jueves, 25 de agosto de 2011

CRONOCOPIANDO: DOS DE KOLDO CAMPOS SAGASETA


Dios existe
La primera prueba de su existencia la tuve hace algunos años, cuando Fidel Castro enfermó y, en Miami, la gusanera salió a la calle festejando la grave dolencia del dirigente cubano y celebrando anticipadamente su muerte a la espera de que Dios la complaciera: ¡Que muera el dictador, que muera el dictador! 
Y Dios los complació. Días más tarde moría Alfredo Stroessner.
No cesaron en Miami de reclamar la gracia divina, matizando, eso sí, que no era el dictador paraguayo a quien querían muerto sino al otro, al hijo puta.
Y Dios volvió a complacerlos. Días más tarde moría Pinochet.
La segunda prueba de que Dios existe la tenemos todos los años en Semana Santa, cuando la lluvia impide los cortejos de la Macarena, de las Siete Palabras o del Jesús del Gran Poder ante la desolación de nazarenos, manigueteros, pertigueros, acólitos, fariseos, palmeros, portaestandartes, flagelados, crucificados, caballería, soldados romanos y pueblo de Belén en general, turistas incluidos, que en lugar de aceptar la lluvia como penitencia y empaparse una vez al año de meas culpas, que al fin y al cabo también llovía en el Calvario, insisten en que sus oraciones sean atendidas por Dios y que el sol haga posible la indescriptible emoción contenida durante un año, ese fervor popular que levanta los pasos bajo cuyos faldones corre el aguardiente tanto como la cera por las calles.
Tan acostumbrados como están a encontrar en el buen tiempo pruebas de la voluntad divina, no entiendo porqué no se les ocurre considerar, también, como señal divina los aguaceros en esos días, porque tantas húmedas circunstancias como han venido acompañando las procesiones sólo pueden ser indicio de que Dios existe y, además, se ha cansado de que se tome su nombre en vano apelando al sabotaje del agua como forma de expresar su indignación, de que Dios no quiere penitentes descalzos ni envenenadas saetas, que no acepta que se suban los precios de las sillas y los palcos, ni la sobreventa de balcones y terrazas, o el llamado “Rito de los Caramelos” que promueven las hermandades en su página wep, que Dios ya está aburrido de tanta mojiganga y cofradía, de tanto capirote, de tanta hipocresía, de tanta vela en tan ajeno entierro, que Dios, simplemente, ya está harto de que sigan perpetuando la pasión de su hijo como turístico reclamo de vulgares mercaderes.
La tercera prueba de la existencia divina la he tenido ahora, en estos días, cuando después de anticipar más de 40 grados de infierno durante todo el día a la muchedumbre que esperaba al Papa, debiendo ser atendidos más de un centenar de peregrinos por lipotimias, ya en la noche, casi coinciden Rouco Varela, que estaba de cumpleaños, el Papa y la lluvia.
“Dios nos manda sus bendiciones en forma de lluvia” declaró el Papa debajo del paraguas para consuelo de los asistentes.
Y Dios, que también lo oyó, no quiso desmentir al Papa ni dejar sin regalo el cumpleaños del cardenal y desencadenó todas las bendiciones que le quedaban en forma de vendaval llevándose por delante el solideo papal y derribando la cruz de las JMJ.
El impresionante diluvio tumbó carpas, provocó varios heridos y creó el pánico, llegando a dañar, según leo en los medios, 600 mil hostias que habrían de engullirse al día siguiente. “Que ninguna adversidad os paralice” aún tuvo tiempo de agregar el Papa antes de interrumpir su discurso.
Y sí, Dios existe y, además de cubano, trabaja como meteorólogo



“Mundo insólito”

Esa era el nombre que, años atrás, encabezaba en algunos medios de comunicación las noticias insólitas que, por su carácter, no cabían en ninguna sección del periódico y que, generalmente, acompañaban el crucigrama o la cartelera.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, como otro síntoma más de lo que ha cambiado el mundo y el periodismo, aquellas insólitas crónicas se han vuelto tan constantes, tan comunes, que han terminado por desbordar la sección que les sirviera de refugio e, incontenibles, se desparraman gozosas por todas las secciones sin respetar prestigios ni linajes, avasallándolo todo. Hasta en las portadas empieza a ser habitual encontrarte con ellas.
En estos días, por ejemplo, nos hemos enterado de que en Estados Unidos una camarera negra de origen africano asaltó en el hotel en el que trabajaba a un sexagenario trabajador francés que, por motivos laborales, se encontraba alojado en ese establecimiento, y sin que el pobre hombre pudiera evitarlo, además de algunas contusiones, le infirió una felación de la que, afortunadamente, el hombre pudo recuperarse ya que, en un descuido de la violadora, logró escapar de la habitación y del hotel y ponerse a salvo en un avión.
Increíblemente, por no ofrecer su testimonio credibilidad alguna, la querella presentada por el trabajador francés contra la violadora no ha prosperado y la camarera ha sido descargada quedando en libertad.
Casi en los mismos días, un anciano que asegura ser el representante de Dios en la Tierra y que se hace llamar Benedicto XVI, denunció públicamente que “hay algunos hombres que se creen Dios”.
Y en las mismas fechas, el segundo entrenador del Barcelona CF, Tito Villanoba, agredió con su ojo izquierdo el dedo anular de la mano derecha de José Mouriño, entrenador del Real Madrid, luego de que el portugués estuviera a punto de ser agredido por el jugador catalán Cesc quien, desde el suelo, hizo ademán con su cabeza de pisar el pie derecho del técnico madridista.
Sólo de insólito puede calificarse el hecho de que una jueza de Florida haya condenado al Estado cubano a indemnizar con 1.940 millones de dólares al ganster Gustavo Villoldo por haber supuestamente expropiado bienes a su familia y hasta haber pretendido matarlo. Villoldo, de origen cubano, fue miembro del ejército de los Estados Unidos y agente de la CIA  y, entre otros desmanes y atentados, participó en la captura y asesinato de Che Guevara de quien llegó a subastar y vender un mechón de pelo por 69 mil dólares a un acaudalado tejano.
E insólito es que sesenta y tres años después de que Naciones Unidas dividiera Palestina en dos y aprobara la constitución de los estados israelí y palestino, la ministra española de Asuntos Exteriores haya declarado que “es hora de reconocer el estado palestino”. Podrá parecer un tanto tardía la declaración dado que todos los años que tiene como estado Israel son los que lleva Palestina esperando que se cumpla aquella vieja resolución, pero irrespetar resoluciones de Naciones Unidas es una vieja e impune tradición israelí, y haber perdido la memoria una sana costumbre española. Cualquier día la ministra nos sorprende con otra nueva luminosa idea: “Es hora de reconocer el estado saharaui”.
El Caribe ha desaparecido. Esa es al menos la insólita conclusión a la que uno llega luego de escuchar en algunos canales de televisión el peligro que entraña el huracán Irene. Con excepción de Puerto Rico, a la que se alude para resaltar las consecuencias que el fenómeno natural dejó a su paso por la isla, la siguiente preocupación para el periodista es la próxima llegada de “Irene” a las costas estadounidenses. Desaparecieron del mapa República Dominicana, Haití, Bahamas… Hasta hace poco, a esos países caribeños les quedaba el consuelo de convertirse en noticia cada vez que un huracán o un terremoto se tropezaba con ellos. Ya ni eso.
Y porque también en la sección de Económicas las noticias “insólitas” se han multiplicado, de insólito puede definirse la ley por la que en el Estado español, la edad para el contrato de formación se va a ampliar hasta los ¡30! Años. Cada vez van a ser más frecuentes los anuncios de prensa solicitando “aprendiz con experiencia”.
Y mira por donde, el prestigioso Royal Bank of Scotland, que recientemente era intervenido para ponerlo a flote con dinero público y que se dispone a despedir a 2 mil trabajadores por aquello de la crisis, anda pagando salarios de hasta medio millón de euros al año y no precisamente al gerente y corte ejecutiva para los que se supone mayores dispendios.
A este paso, la única posible noticia que va a tener derecho y sentido para figurar en mayúsculas en la olvidada sección de “Mundo Insólito”, será esa que hable de un pueblo, absolutamente indignado, harto de tantos impunes ladrones, ensacados delincuentes y demás canallas, que en un gesto de suprema lucidez, comienza, por fin, a repartir patadas.
Por cierto, paradojas del insólito mundo, en Chile, los maestros son los estudiantes, los únicos en aquel manicomio por acciones que no han perdido la razón.

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