miércoles, 28 de agosto de 2013

OTRA VEZ LA GUERRA PARA PALIAR LA CRISIS




Todo listo para el ataque al régimen sirio

Página 12


Los peones de la guerra ya están dispuestos en el ajedrez mundial. Cada actor occidental de la ofensiva que se avecina en Siria asumió su rol con un mecanismo de precisión relojera. “Hemos desplazado los medios necesarios para cumplir con la opción por la que opte el presidente. Estamos preparados para actuar al instante”, dijo el secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel. Los aliados europeos de Washington siguieron el mismo guión. París y Londres han repetido que la responsabilidad del régimen sirio en el ataque con armas químicas perpetrado el pasado 21 de agosto en las afueras de Damasco es “innegable”. El presidente francés, François Hollande, dijo que el “ataque con armas químicas en Damasco no puede quedar sin respuesta”.
El jefe del Estado francés reúne hoy por la mañana a un Consejo de Defensa especial para analizar el esquema sirio. Sin embargo, la decisión final de la intervención no deja lugar a dudas. François Hollande no anunció formalmente la decisión de intervenir en Siria, pero en todas sus declaraciones de tono dramático el mandatario presentó esa acción como la única opción posible. El presidente señaló que Francia “estaba lista para castigar a quienes tomaron la decisión infame de lanzar gases contra inocentes” en un país “donde la guerra civil amenaza la paz del mundo” y donde es preciso asumir “la responsabilidad de proteger a los civiles”.
Washington, París y Londres parecen estar perfectamente coordinados. El portavoz de Barack Obama, James Carney, dijo que no había dudas de que “el régimen sirio es el responsable del empleo de armas químicas”. Hollande reúne a su Consejo de Defensa este miércoles y el primer ministro británico, David Cameron, convocó para mañana al Parlamento para un voto sobre la “respuesta proporcionada” al presunto ataque con gases químicos. Una tras otra, las capitales de los tres países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU fueron dando y poniendo en escena los pasos políticos previos a su participación militar.
Ningún gobierno adelantó los medios que serán puestos en juego en esta operación. Desde ya, Estados Unidos cuenta con varios navíos de guerra que patrullan en el Mediterráneo armados con misiles crucero. Washington tiene diversas bases en el área donde hay aviones para bombardear blancos sirios. Francia y Gran Bretaña cuentan igualmente con barcos en la zona. París podría aportar además los aviones Rafale estacionados en Abu Dhabi y Djibouti. Todo apunta hacia un marco similar al que se instaló cuando la coalición internacional desalojó a las tropas de Saddam Hussein que habían invadido Kuwait en agosto de 1990. No se trató de derrocar al régimen. Estados Unidos y sus aliados dejaron intacta la columna vertebral del poder iraquí, o sea, la Guardia Republicana. Los especialistas se inclinan por una estrategia similar.
Entrevistado por el matutino francés Libération, Vivian Pertusot, director del Instituto de Relaciones Internacionales en Bruselas (IFRI), observa que “la idea consiste en dirigir un mensaje simbólico: decirle a Bashar al Assad que las armas químicas constituyen una línea roja. Los occidentales quieren permanecer dentro de una lógica de respuesta al ataque de Ghuta –el suburbio de Damasco donde se emplearon armas químicas– y no comprometerse en una ofensiva”.
Esto lleva a muchos expertos a evocar un conflicto corto, de no más de dos días. Para completar una intervención militar sin el aval de la ONU hace falta darle credibilidad y contar con el apoyo de más países, en especial de los árabes y también de Turquía. Ankara ya dio su pleno respaldo, mientras que Arabia Saudita exigió una “acción firme y seria” contra Damasco. En Europa, Alemania apoya a la estrecha coalición e Italia la desaprueba por no contar con el visto bueno de las Naciones Unidas. Por otra parte, Rusia llamó a los occidentales “a la prudencia”, mientras que Irán previno acerca de las “duras consecuencias” de una intervención, tanto “en Siria como en la región”. De hecho, la ONU está ausente del juego. Las capitales concernidas invocan hoy un deber de “responsabilidad” y de “protección de los civiles”.
Lo mismo había ocurrido con la intervención de la OTAN en Kosovo, en 1999. De todas formas, con o sin la ONU, las cartas están echadas. En 2011, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1973 destinada a proteger a los civiles libios. La resolución se convirtió luego en un arma para derrocar al entonces presidente coronel Khadafi, meta que no figuraba en las intenciones del texto de Naciones Unidas.
El presidente sirio, Bashar al Assad, advirtió a Washington que cualquier intervención militar contra su régimen estaba destinada al fracaso. Al Assad calificó de “sin sentido” las acusaciones de Occidente sobre el uso de armas químicas por su parte: “Las declaraciones formuladas por los hombres políticos en Estados Unidos y en Occidente son un insulto al sentido común”, dijo Bashar al Assad. En resumidas cuentas, Occidente va de nuevo a la guerra sin la legitimidad de un voto aprobado por la comunidad internacional en el recinto que la representa, o sea, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta instancia, compuesta por 15 miembros, cinco de los cuales son permanentes, ha vuelto a tener un papel figurativo.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-227724-2013-08-28.html

martes, 27 de agosto de 2013

DEMOCRATAS BAMBAS




La vigilancia electrónica global de los Estados Unidos y la cuestión brasileña

Barómetro Internacional


A partir de la cobertura realizada por el periodista estadounidense Glenn Greenwald, trabajando para The Guardian y publicada en portugués en el periódico O Globo, Brasil entró en ruta de colisión con la estrategia de hegemonía absoluta a través del espionaje electrónico en el planeta. El texto que sigue aborda este tema, pasando por el episodio puntual de la retención de David Miranda, estudiante de comunicación, novio de Greenwald y también un activo colaborador en los reportajes e investigaciones del reportero y articulista natural de los EUA y radicado en Río de Janeiro. Snowden, Greenwald y Miranda, chocan con la inteligencia de la mayor potencia del planeta. El comienzo de este episodio 
Edward Snowden, hoy asilado temporal en la Rusia gobernada por Vladimir Putin y demasiado heredera de la KGB, es un ex–consultor de la National Security Agency (NSA), agencia de los EUA especializada en vigilancia y guerra electrónica y responsable por el monitoreo de datos electrónicos y comunicación interpersonal. En declaraciones públicas, se dijo arrepentido de sus actos, y desertó. El argumento tiene sentido. Espiar ciudadanos comunes está muy distante de ejercer un alerta sobre posibles conexiones sobre el terror integrista sunita. En la práctica diaria es casi imposible distinguir entre la atención a la seguridad del Estado y la intromisión en la vida privada. La novedad aquí es la deserción y no el espionaje sobre poblaciones enteras.
La vigilancia individual sólo viene aumentando, una vez que el potencial enemigo se organiza en sistemas de red. Cabe recordar que el modelo organizacional fue aprendido por los jihadistas cuando el miembro de la familia real saudita y socio de Bush, Osama Bin Laden, era operador de enlace en el reclutamiento de voluntarios “afganis” para luchar contra los herejes soviéticos ocupando Afganistán. Esta guerra no declarada fue la mayor escalada bélica (de costos) del periodo de la bipolaridad. Al comprometer a Arabia Saudita como co–financiadora de la resistencia afgana, las redes de inteligencia se mezclaron para después quedar diseminadas entre las poblaciones de credo islámico de rama sunita esparcidas por el mundo. El resultado es vigilar casi todo y a casi todos, justificado por la omnipresencia del enemigo sin rostro.
Como se sabe nada de eso es novedad. A partir de la escalada bélica de la 2ª Guerra Mundial, los Estados Unidos son co–gobernados por el complejo industrial–militar, incluyendo a los sectores de telecomunicaciones. El blanco de la vigilancia es indiscriminado, consecuencia de la indexación de palabras–llave, cuyos registros una vez capturados son posicionados en super procesadores, cruzando los términos con las relaciones interpersonales de quienes participan de las conversaciones. El problema internacional es la vigilancia de las comunicaciones electrónicas en Estados soberanos, espiando sistemáticamente a ciudadanos de países aliados –como los de la Unión Europea– y compañeros comerciales, a ejemplo del Brasil.
El flujo de comunicaciones electrónicas pasa necesariamente por los EUA, pues allá se localizan la mayoría de los supercomputadoras, sirviendo cómo intermediarias de las conversaciones de Internet y en el Hub de la red física instalada sobre las dos espaldas del Océano Atlántico. Súmese a eso la lealtad de hecho –no jurídica– de las empresas que ofrecen servicios de Internet e indexación de datos, como Google, Facebook, Microsoft (en el servicio de Skype) y Yahoo. Si antes los críticos sospechaban de la venta de datos particulares para fines de mercado, individualizando el gasto y la oferta de productos de consumo, ahora el hecho es aún más grave. Contrariamente al sentido común del liberalismo, la privacidad y la libertad individual no están aseguradas para los ciudadanos, siendo prerrogativas el uso de la fuerza y la hegemonía del Imperio en escala mundial.
La detención de David Miranda y la proyección del Brasil
El caso del brasileño David Miranda, estudiante de comunicación social, y su retención por nueve horas en el aeropuerto de Heathrow (Londres), ocurrida el domingo 18/08 materializan un episodio que obedece a una lógica determinada por la estrategia de los EUA. Como se sabe, Miranda es compañero del periodista estadounidense Glenn Greenwald, que escribe para el The Guardian y cuyos artículos son reproducidos en O Globo. El blanco de sus investigaciones –el sistema de espionaje electrónico de los EUA– fue la causa de la detención de su compañero. Se sabe que Greenwald es uno de los vasos comunicantes de Snowden; por lo tanto, la lógica aplicada es: “el amigo de mi enemigo también es mi enemigo, así como sus amigos”. Podemos leer este gesto de la prisión del brasileño, como una retaliación, dado el alineamiento automático de la estrategia británica con la proyección mundial de los Estados Unidos.
Episodio semejante y aún más absurdo ocurrió cuando se intentó detener y revisar el avión presidencial de Bolivia, con el jefe de gobierno a bordo, en aeropuertos europeos. La aeronave del presidente es territorio soberano del país, tal como las embajadas y consulados. En esa ocasión los críticos brasileños –los más reaccionarios y casi siempre con posiciones alineadas con la derecha neoliberal– comentaron que por tratarse de un país bajo gobierno bolivariano, inmediatamente es “sospechoso” de estar a favor de los disidentes de la potencia hegemónica. Específicamente, se desconfiaba de la presencia de Edward Snowden en el avión de Evo Morales. El debate en Brasil se alineaba con las críticas al presidente boliviano, aliado del finado presidente venezolano Hugo Chávez. En el Brasil, la derecha que está fuera del gobierno –porque la mayoría del gobierno Dilma así como los de Lula, también son derechistas– vio con buenos ojos la absurda violación de soberanía contra el avión que transportaba a Morales. Y ahora, ¿cómo justificar la retención del ciudadano brasileño? Por sus relaciones personales con un compañero estadounidense.
Se trata de dos problemas de orden diferente. En el Brasil, aún tenemos muchos formadores de opinión especialistas en reproducir la máxima del periodo de la Bipolaridad, diciendo que “lo que es bueno para los EUA es bueno para el Brasil”. Tamaña estupidez refleja el pensamiento colonial que atraviesa a una parcela de la inteligencia de aquí. Otro problema es reconocer que para la hegemonía de los Estados Unidos, la vigilancia electrónica es un imperativo. El pretexto es la guerra contra el terror, específicamente el combate librado globalmente contra las redes integristas sunitas. Como ya dijimos arriba y no nos cansaremos jamás de repetir, tales redes fueron originalmente una joint venture entre el Pentágono y Arabia Saudita, cuya herencia maldita fue Al–Qaeda, base de operaciones en células lideradas por el sheik Osama Bin Laden, un miembro de la familia real y con parientes socios de Bush padre.
De vuelta a la triangulación Edward Snowden, el también estadounidense y periodista Glenn Greenwald y su novio brasileño, David Miranda, llegamos a las conclusiones lógicas. La cuenta es simple y los críticos nacionales –como ya dije, la derecha de fuera del gobierno– no la ven. Para los EUA, si el enemigo no tiene rostro, las comunicaciones interpersonales son un blanco permanente. La lógica que vale para el opositor sirve también para el aliado. El que Brasil sea blanco de monitoreo electrónico debe ser visto como un reconocimiento de la posición destacada de nuestro país en el escenario internacional, con acertada acumulación de fuerzas a través de las relaciones Sur–Sur.
Ya la postura de Itamaraty, el Ministerio de las Relaciones Exteriores del Brasil, y en particular de su canciller Antônio Patriota reflejan un país aún distante del ejercicio de su proyección a esa altura. Brasil reaccionó de forma tímida, no va a tomar represalias contra el gobierno inglés, admite como condición dada la vigilancia electrónica y la entrega de datos privados de personas físicas y jurídicas operando bajo la soberanía brasileña, y tampoco realizará una contraofensiva diplomática. Lo mismo ocurre con el nivel operacional de los conocimientos de defensa y la información confidencial. Las redes de tráfico de datos brasileñas son frágiles, hecho reconocido por el ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo Silva, y esto fue informado como un dato de la realidad, sin ni siquiera una promesa vacía de aumento de la seguridad de estas redes o una ofensiva legal sobre las empresas transnacionales que circulan datos de brasileños a través de Internet. Brasil aún está décadas de distancia del ejercicio de un poder soberano que esté al menos a la altura de las pretensiones de su élite dirigente operadora del Consenso de Brasilia.
Comentario final
Reconocer la posición del país en el sistema internacional no significa estar de acuerdo con su política exterior de forma integral y menos aún concordar con las tímidas reacciones de Itamaraty frente a la retención de Miranda y la aprehensión de su ordenador personal. Estamos delante de un episodio de Guerra de 4ª Generación, y por lo tanto David Miranda se posiciona al lado de Julian Assange, Bradley Manning, Edward Snowden y Glenn Greenwald. 
Definitivamente, la 5ª economía del mundo (o la 6ª, conforme el índice), no está a la altura de este desafío. Todavía no.
Fuente original: www.estrategiaeanalise.com.br

viernes, 9 de agosto de 2013

FECHA TRASCENDENTAL



Pueblos Indígenas contra la mercantilización de la tierra



El 9 de agosto se celebra un año más el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, jornada que como la mayoría de estos días internacionales, así declarados generalmente por las Naciones Unidas, pasará prácticamente inadvertida. Posiblemente algún acto en algunas sedes del organismo internacional, quizá alguna declaración de algún alto funcionario y, puede que diversos actos, más o menos folklóricos, en no muchos países del mundo. Y el día pasará.Aunque esta es, en gran medida, la tónica general de los días internacionales, en esta ocasión se hace necesario, junto a muchas organizaciones y pueblos indígenas del planeta, salirse del guión políticamente correcto (expresiones de parabienes y de buenas intenciones y deseos) y ejercer el derecho a la denuncia radical. Los pueblos indígenas, más de 350 millones de personas en el mundo, siguen un año más sufriendo la discriminación y el racismo; continúan siendo violados la práctica totalidad de sus derechos como personas y como pueblos; y se les persigue, detiene y asesina. Además, son criminalizados por sus justas protestas y demandas ante estas situaciones, dando lugar a nuevas persecuciones y a más represión por parte de gobiernos y poderes económicos que consideran, entre otras cuestiones, que la tierra está para ser explotada al máximo posible y sus recursos para ser comercializados sin control alguno. Y esto último conlleva la misma consideración para quienes la habitan y para quienes tienen otras concepciones sobre ella: se les explota, se les expulsa de sus territorios y se reconocen sus derechos solo en la retórica de los discursos. Si son un obstáculo para los intereses políticos y económicos dominantes, se les elimina.
No vamos a remontarnos en este día a los siglos de dominación, a la cantidad enorme de pueblos desaparecidos, a los millones de personas muertas en el pasado. Sin embargo, denunciamos con fuerza y determinación que esas situaciones no son casos únicamente del pasado, aunque la escasa memoria histórica de muchos tampoco quiera recordarlos. Al contrario, afirmamos que hoy, día internacional incluido, esas situaciones se siguen produciendo en demasiados puntos del planeta y que los gobiernos, en la inmensa mayoría de los casos, no solo no hacen nada para evitarlo, sino que son cómplices de los responsables últimos de estas actuaciones de violación continuada de los derechos.
Podríamos dejar esta denuncia en lo etéreo, sin señalar culpables. Esto, tal y como ocurre en la crisis actual que vivimos en los países periféricos europeos, donde sus verdaderos responsables tratan de hacernos creer, cuando aluden a los mercados, a las burbujas o a otros eufemismos, que no hay culpables identificables. Sin embargo, ocultan que esos mercados están dirigidos por los consejos de administración de las grandes empresas y entidades bancarias y financieras que, junto a la complicidad de la mayoría de la clase política, están usando la crisis como excusa para retrotraernos en el tiempo a sociedades sin derechos sociales, políticos, laborales, sin derecho, en suma, a una vida digna.
Pero esos poderes, los mismos que señalamos como responsables de la crisis, lo son también de la violación continuada de los derechos humanos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, como parte de un engranaje más del sistema dominante. Los mismos consejos de administración que presionan para el recorte y privatización de las pensiones, para el despido masivo de personas de sus puestos de trabajo, para la precarización de la vida laboral y de la propia existencia humana; esas élites económicas y financieras, son las que dictan las nuevas condiciones de mercados y explotación de la minería a cielo abierto con enorme daño a la naturaleza y a la salud de las personas, los mismos que dan cobertura para la explotación petrolera incontrolada en selvas y desiertos, los mismos que construyen hidroeléctricas allá donde la rentabilidad de la explotación posterior les reportará enormes beneficios aunque esto suponga la expulsión de comunidades de sus históricos territorios. Y todo esto y mucho más está ocurriendo hoy en día en las tierras indígenas. Como decíamos anteriormente, esos poderes económicos, además cuentan con la complicidad de la mayoría de los sistemas políticos, ya hablemos de sus más directos servidores, como son los gobiernos locales o de las grandes estructuras internacionales.
Tanto unos como otros encuentran en la mercantilización de la tierra uno de los últimos paradigmas de la obtención rápida y fácil de grandes y jugosos beneficios. Por esta razón los últimos años han sido intensos en la entrada de intereses económicos y empresariales en los territorios indígenas. Por eso, es en este campo en el que se libran los últimos ataques al proceso de supervivencia de estos pueblos. Diariamente en las redes sociales (y en algunos pocos medios masivos de comunicación) circulan casos de violaciones de los derechos indígenas por parte de transnacionales que abren nuevos frentes de conflicto y represión. Y, por eso en este camino los pueblos y organizaciones indígenas se erigen, una vez más, en su mayor obstáculo por la defensa consciente de sus derechos a la tierra, al territorio y a su identidad como pueblos. Son conscientes de que ésta última no es más que una consecuencia natural de la vida en el territorio y, por tanto, la pérdida de éste acarrea la práctica desaparición física y cultural de su existencia como pueblos sobre este planeta.
Por lo tanto, resumiendo y uniendo la situación de épocas pasadas y de la actual, nos hacemos eco de las palabras de la socióloga argentina Maristella Svampa, cuando recientemente decía: “los indígenas son los primeros desaparecidos de nuestra historia, fueron invisibilizados bajo la generalización del mito de la nación blanca y es necesario quebrar con esa narrativa dominante. Sin embargo, la cuestión indígena en 2013 hay que leerla desde la memoria larga, la realidad del despojo, la confiscación de los territorios, la persecución y criminalización a través de la expansión de la frontera del extractivismo y la política de acaparamiento de tierras”.
Precisamente en este contexto, los pueblos y organizaciones indígenas llevan muchos años luchando, además de por sus derechos, por el ejercicio de los mismos. Pero también planteando la existencia de alternativas reales al modelo dominante; es decir, alternativas que son viables no solo para ellos, sino también para las sociedades no indígenas. Y si en la que hasta recientemente se identificaba como sociedad dominante, es decir la nuestra, la occidental, la misma que hoy está inmersa en la crisis civilizatoria (política, social, económica, ecológica, de valores...), dejáramos de mirarnos el ombligo, posiblemente tendríamos que reconocer que hay muchos elementos propios de otros pueblos que plantean la posibilidad verdadera de opciones al sistema dominante. A modo de ejemplo evidente, hoy en día en América Latina junto con los movimientos campesinos, urbanos, de mujeres, etc., estos pueblos demuestran que se pueden dar pasos más allá de la teoría, prácticos, que permiten avanzar hacia nuevas sociedades y muchos de los procesos políticos, económicos y sociales que allí se están originando nos prueban, en parte, esta afirmación.
Por todo lo anteriormente dicho, aprovechando la celebración de ese Día Internacional de los Pueblos Indígenas, señalamos que, al igual que a los poderes económicos y a la mayoría de la clase política dominante les une su interés por mantener y reforzar este sistema que garantiza sus privilegios, a los pueblos, indígenas y no indígenas, nos une el interés por acabar con él y construir, desde la diversidad, otras sociedades más justas y equitativas. Sociedades que respeten la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y también la igualdad de derechos entre pueblos, así como la relación armónica de éstos con la naturaleza. Al fin y al cabo, solo tenemos una tierra y el modelo capitalista dominante está acabando con ella; y luego, ¿qué dejaremos a las generaciones venideras?. Debemos pretender construir sociedades en las que la brecha de la desigualdad, que cada día se amplia más, se estreche hasta que pueda cerrarse; así no tendremos que sentir la vergüenza y la indignación como seres humanos por la constatación diaria del despilfarro de unos/as pocos/as a costa del empobrecimiento de las mayorías.
Jesus González Pazos. Miembro de Mugarik Gabe
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.