viernes, 30 de julio de 2010

DOS IMPERDIBLES DE KOLDO CAMPOS SAGASETA




La reina y su amuleto

Oigo y leo en los medios de comunicación que la reina Sofía ha vuelto a llevar la suerte a la selección española de fútbol. Con su habitual y espontánea naturalidad, Doña Sofía, además de convertirse en el infalible talismán del combinado nacional, tuvo tiempo en Durban de disfrutar con el juego de la roja y, como cualquier español de los muchos que se echaron a la calle, mostrarse entusiasmada por una victoria que, de alguna manera, también se debe a su presencia, a esa suerte de amuleto que representa, reiteran los medios, la reina española.
Lo que no acabo de entender es dónde estaba la reina y su amuleto cuando Francia eliminó a España en el mundial de Alemania del 2006, dónde estaba la reina y su amuleto cuando Corea del Sur dejó fuera a España en el mundial asiático del 2002, dónde estaba la reina y su amuleto cuando España fue eliminada en el mundial de Francia de 1998, dónde estaba la reina y su amuleto cuando Italia derrotó a España en el mundial de Estados Unidos en 1994, dónde estaba la reina y su amuleto cuando Yugoslavia eliminó a España en el mundial de Italia de 1990…dónde estuvo la reina todos los mundiales anteriores.
Y, sobre todo, me pregunto ¿por qué su graciosa majestad no acompaña también a la selección española de parados en las filas del INEM? ¿No podría Doña Sofía aposentar su real presencia y amuleto en las cárceles, audiencias y comisarías de su reino a ver si su amuleto es capaz de ganar el partido a la tortura y a los malos tratos? ¿Podría la reina española ceder su reputado talismán a la selección española de jubilados por si acaso pueda su concurso rescatar sus perdidas prestaciones y años? ¿Sería posible, cuando sus compromisos con la suerte de la selección de fútbol se lo permitan, que disponga sus saberes y amuletos a favor de la selección de trabajadores despedidos?


Una pregunta

Yo soy el primero en celebrar que el día haya madrugado entre campanas repicando glorias, fuegos artificiales y banderas y suelta de palomas y comparsas y bailes regionales y vistosos desfiles de carrozas, pero tengo una pregunta que quiero me contesten.
Y que conste que me parece muy bien que, a su llegada a Madrid, haya sido paseada la selección española de fútbol por la capital del reino ante el clamor de un eufórico pueblo y recibida en la Moncloa, y en la Casa Real por sus altezas, y hasta en el parlamento, pero tengo una pregunta que ansía una respuesta.
Y también comparto la feliz idea de que, en los próximos días, los integrantes de la balompédica epopeya sean agasajados como bien se merecen por todos y cada uno de los ayuntamientos y homenajeados por sus autoridades y declarados hijos predilectos de su ciudad natal, pero tengo una pregunta que me quema los labios.
Y estoy de acuerdo en que en las próximas semanas no haya otra portada, otra noticia, reportaje o tema de conversación que no celebre el título mundial, y que, así tengan que prescindir de sus merecidas vacaciones, puedan nuestros insignes campeones firmar autógrafos en las filas del INEM entre la millonaria selección de parados, visitar cárceles y hospitales, centros de jubilados, clubes de hipotecados e, incluso, trasladarse a esos confines del mundo donde tropas españolas desarrollan humanitarias y pacíficas misiones para fundirse en un agradecido abrazo con tantos seguidores de la roja, pero tengo una pregunta que necesito hacer.
¿Cuándo es que empieza el próximo mundial?
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