Sudamérica y la abuela de Obama
por Guillermo Giacosa
“Vengo a esta reunión sabiendo que tengo mucho que aprender y con muchas ganas de escuchar: como me decía mi abuela, escuchando se aprende”. Estas fueron las palabras iniciales de Barack Obama en la reunión con los presidentes de Unasur. Luego señaló los temas que más le interesaban: energía, economía y seguridad. Habló Evo Morales y señaló la injerencia estadounidense en Bolivia. Recordó que por ese motivo se vio obligado a expulsar al embajador de la superpotencia. Lo novedoso del caso fue que, tanto frente al discurso más duro de Morales como frente a los discursos de los otros mandatarios sudamericanos, Obama tomó prolija nota de sus puntos de vista. Este hecho, aparentemente secundario, no registra antecedentes en otros presidentes de Estados Unidos.
por Guillermo Giacosa
“Vengo a esta reunión sabiendo que tengo mucho que aprender y con muchas ganas de escuchar: como me decía mi abuela, escuchando se aprende”. Estas fueron las palabras iniciales de Barack Obama en la reunión con los presidentes de Unasur. Luego señaló los temas que más le interesaban: energía, economía y seguridad. Habló Evo Morales y señaló la injerencia estadounidense en Bolivia. Recordó que por ese motivo se vio obligado a expulsar al embajador de la superpotencia. Lo novedoso del caso fue que, tanto frente al discurso más duro de Morales como frente a los discursos de los otros mandatarios sudamericanos, Obama tomó prolija nota de sus puntos de vista. Este hecho, aparentemente secundario, no registra antecedentes en otros presidentes de Estados Unidos.
O representa parte de una puesta en escena estudiada o es una expresión de genuino interés frente a problemas que el actual mandatario desconoce. Me inclino a pensar, juzgando la actuación de Obama en su conjunto, que se trata de la segunda alternativa. En esta reunión exclusiva con los presidentes de Unasur, Obama ratificó su decisión de cambiar la política hacia Cuba. Si bien no precisó los alcances del cambio –y es comprensible que así haya sido–, el hecho de adelantar un cambio y haber ya dictado medidas en ese sentido indica un avance sustancial en un tema tan anacrónico como injustificable. Es bueno señalar que los 12 presidentes sudamericanos, incluido el colombiano Álvaro Uribe, pidieron a Barack Obama que levante el bloqueo. Sería interesante que se apresurara para evitar que dicha medida, de aquí a tres años, cumpla sus bodas de oro. Ya la secretaria de Estado, Hillary Clinton, había expresado su opinión sobre lo inconducente de una medida que Naciones Unidas ha condenado en varias asambleas generales consecutivas.
La presidenta argentina expresó que “eso solo justificó la cumbre”. Lula planteó una moción sobre la “inconveniencia de que funcionarios estadounidenses opinaran con liviandad sobre asuntos de los restantes países del continente”, moción que fue secundada por Cristina Fernández. Hubo recomendaciones, también del presidente brasileño, para que Hillary visite cuanto antes Bolivia y Venezuela para normalizar las relaciones con esos países. Chávez, generalmente el más díscolo y el menos diplomático, no solo se mostró satisfecho sino que, además, expresó sus deseos de normalizar las relaciones con Estados Unidos y ya escogió el nombre de su nuevo embajador en ese país. Además, le regaló a Obama un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, lo que hizo que las ventas de ese libro, como antes ocurrió con uno de Noam Chomsky, pasaran a uno de los primeros puestos en el mundo (ya ocupa el primer lugar en Amazon)
Cerró Cristina Fernández pidiendo un liderazgo responsable pues, según la presidenta argentina, y lo dijo textualmente, el de Bush fue de “absoluta irresponsabilidad”. (Sic y ¡bravo!).
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