Sus análisis, tan agudos como sombríos, hacen honor a su sobrenombre de Doctor Doom, personaje de cómic conocido como Doctor Muerte en España. Se lo ganó en 2006, cuando predijo el crash del mercado inmobiliario estadounidense. Este hijo de judíos iraníes creció en Italia y estudió en Milán y Harvard. Trabajó como asesor financiero del Departamento del Tesoro estadounidense en los años de Bill Clinton y en la actualidad da clases en la Universidad de Nueva York. Su empresa de asesoría financiera, que ahora parece haber puesto a la venta, cuenta con 100 empleados y 1200 clientes en todo el mundo. Puede llegar a cobrar 70.000 dólares por una conferencia de una hora, y entre sus clientes hay multinacionales, fondos de inversión y 70 bancos centrales. Los economistas no suelen hacerse millonarios, pero Roubini lleva camino de ser una excepción.
XLSemanal. Señor Roubini, ¿ya ha salido a manifestarse hoy?
Nouriel Roubini. ¿Debería?
XL. Bueno, hay gente manifestándose contra los banqueros de Wall Street no muy lejos de su despacho…
N.R. …quizá esté comenzando ahora en Estados Unidos algo que ya lleva tiempo pasando en otros países del mundo: una revuelta social y política, una protesta contra la creciente desigualdad. La Primavera Árabe también tuvo causas sociales. Los recientes disturbios de Londres no fueron solo cosa de hooligans. En Israel, la clase media se ha manifestado contra la injusticia social. En Chile son los estudiantes y luego, claro, tenemos los jóvenes de su país, España, y el caso de Grecia. La gente teme por su futuro... y con razón.
XL. Tal vez sea que la gente está sospechando lo peor: que los miles de millones que se han gastado los gobiernos para combatir la crisis financiera no han servido de nada.
N.R. En la primera crisis de hace tres años, los gobiernos todavía parecían tener soluciones. Sus medidas impidieron una depresión global, aunque el mundo llegó a estar en caída libre. Rescatar el sistema financiero, salvar a unos banqueros sin escrúpulos, aquello fue lo correcto en ese momento.
XL. En Wall Street vuelven a ganar tanto dinero como antes, este año serán más de 100.000 millones de dólares. Sin embargo, paradojas de la vida, ahora son sus salvadores quienes se encuentran en dificultades y tienen a su vez que ser rescatados. La cuestión es: ¿rescatados por quién?
N.R. A los estados se les está acabando la munición. Siguen estando endeudados; algunos son prácticamente insolventes. Nos hallamos en parte ante verdaderos gobiernos-zombi.
XL. Perdone, pero ¿todo esto es por culpa de Grecia, por culpa de un país pequeño y pobre del sur de Europa que en su día hizo trampas para entrar en el euro?
N.R. ¡No, naturalmente que no! Los políticos infravaloraron ampliamente las dimensiones de la crisis del año 2008. No se trataba de una recesión normal, sino ¡de una enorme crisis financiera!
XL. Bueno, da la impresión de que todo el mundo es más listo cuando mira las cosas a tiro pasado. Los expertos como usted, también...
N.R. Puede ser. Pero la experiencia extraída de siglos de historia de crisis financieras nos demuestra que hacen falta años para superar una crisis de este tipo. Hay que ahorrar, y eso implica varios años de adaptaciones muy dolorosas. Los políticos europeos, pero también el presidente Obama, decidieron adoptar programas de estímulo a corto plazo para combatir la pérdida de confianza. Despertaron falsas esperanzas. Su mensaje tendría que haber sido más bien: sangre y lágrimas.
XL. Según usted, ¿qué está haciendo mal Europa?
N.R. Europa tiene que actuar con mucha más decisión. El problema del endeudamiento será cada vez mayor. Los bancos se encuentran amenazados; de hecho, algunos estados son insolventes en la práctica. Grecia lo es. Portugal se encontrará en la misma situación en un tiempo no muy lejano, quizá también Irlanda. El tiempo se nos acaba.
XL. Bueno, estos estados recibirán la ayuda del fondo de rescate europeo, ampliado recientemente gracias a un enorme esfuerzo político.
N.R. El problema es que el paracaídas sigue siendo demasiado pequeño. Esos millones dan como mucho para llegar a fin de año. Ya está previsto que la mitad vaya a Grecia, Portugal e Irlanda. Pero hace tiempo que el tema son los dos grandes elefantes: España e Italia. Ambos países están endeudados por valor de dos billones de euros. Ya tienen enormes problemas de pago, se encuentran bajo la amenaza de la falta de liquidez…
XL. …porque los intereses que tenemos que pagar por nuestra deuda no dejan de aumentar. España, y también Italia, acaban de ver una nueva bajada en sus calificaciones.
N.R. Sí. Y hay que abrir ya un cortafuegos en torno a España e Italia. Eso solamente es viable si se amplía el fondo de rescate europeo de una forma masiva y, además, en un plazo de unas pocas semanas. Necesitamos, por así decirlo, un arma defensiva, un bazuca.
XL. Como si tuviésemos que entrar en guerra con los actores de los mercados financieros.
N.R. Según nuestros cálculos, es fundamental elevar el fondo al menos a dos billones de euros.
XL. ¿De dónde se supone que va a salir todo ese dinero? ¿De Alemania? Perdone, pero está usted alimentando el pánico.
N.R. No. Simplemente no me gusta andar con rodeos. Y los alemanes tienen que garantizar todo esto. Si no, la eurozona podría venirse abajo.
XL. ¿Los alemanes tienen que salvar a España e Italia, a toda Europa? Imposible. No creo que estén por la labor...
N.R. Por un lado, sí. España e Italia son demasiado grandes para ser salvados, pero también son demasiado grandes como para dejar que se hundan. En última instancia, solamente Alemania puede salvar la eurozona. ¿Que si puede salir mal? Sí. Pero a Alemania no le queda más remedio que asumir ese riesgo.
XL. ¿Y cree que Angela Merkel está dispuesta a hacerlo? ¿Lo dice en serio?
N.R. Soy consciente del riesgo político y financiero que supone. En el caso de Grecia, los alemanes se han dedicado a arremeter contra los tramposos griegos, pero parece que se han olvidado de que las empresas alemanas han vendido sus productos a Grecia también a crédito y de que el dinero del rescate a Grecia al final sirve para salvar las empresas y los bancos alemanes.
XL. ¿Espera que Angela Merkel, una persona que odia los riesgos, asuma unos tan gigantescos?
N.R. Alemania tiene que demostrar de una vez por todas su capacidad de liderazgo. Si Alemania actúa con rapidez y acepta la ampliación del fondo de rescate, otros países seguirán su ejemplo. No tenemos otra alternativa. Ahora todo depende de Alemania.
XL. ¿De ahí la enorme presión que Estados Unidos está ejerciendo sobre Alemania y los países de la eurozona? Robert Zoellick, el presidente del Banco Mundial, exige liderazgo; Obama incluso ha llamado personalmente a varios presidentes.
N.R. Sí. Desde la perspectiva norteamericana, Europa es una bomba de relojería. Si Europa estalla, Estados Unidos, que vuelve a encontrarse en una recesión nueva aunque más suave, se vería arrastrado. Obama podría perder las elecciones por eso. Para decirlo con claridad: nos amenaza un momento Lehman Brothers elevado a la décima potencia.
XL. Menudos ánimos. El hundimiento de Lehman en septiembre de 2008 está considerado el desencadenante de la crisis financiera...
N.R. Existe el peligro de un desplome financiero global, de una depresión global. En algunos aspectos sería similar a la de 1931, cuando el gran crash bursátil se convirtió en una gran depresión.
XL. Incluso se afirma que Alemania podría ver rebajada su nota.
N.R. No se puede descartar una bajada de la calificación. Alemania podría perder el estatus de AAA, igual que Francia. Pero en estos momentos el verdadero dilema es elegir entre el mal grande o el pequeño. Si Alemania actúa, hay una alta probabilidad de éxito. Se podría confiar en que los mercados se calmaran.
XL. Se dice que los mercados financieros están atacando a países enteros. ¿Por qué los políticos, los gobiernos, los presidentes de estados no pueden pararlos?
N.R. A los especuladores, a los fondos de inversiones o a los malvados banqueros se los puede culpar de muchas cosas, se les puede echar en cara sus excesos. Pero ¿han causado ellos la crisis de Grecia o el endeudamiento público de Italia? ¿Los mercados financieros tienen la culpa de que un idiota como Berlusconi sea presidente del Gobierno? Sí, muchos bancos y aseguradoras se están alejando de las emisiones de deuda de España e Italia, pero lo hacen porque de esa manera reducen su nivel de riesgo y, con ello, el riesgo de sus impositores individuales. No obstante, también es cierto que hemos perdido una gran oportunidad de frenar a los bancos. La reforma de los mercados financieros ha fracasado.
XL. Sin embargo, los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la primera cumbre del G-20 centrada en la crisis, la celebrada en Washington en noviembre de 2008, elogiaron los beneficios de adoptar una amplia regulación.
N.R. Sí, y el presidente Obama se reunió poco después con 13 grandes banqueros. Se comenta que les dijo: «El único que todavía se alza entre ustedes y la guadaña soy yo». Se refería, en sentido figurado, a las guadañas y horcas que empuñaban los campesinos durante la Revolución francesa.
XL. ¡Y los bancos fueron salvados!
N.R. Apenas se ha hecho nada desde entonces, desgraciadamente, tampoco en Europa. Es escandaloso. Sigue habiendo grandes bancos, sus departamentos de inversiones siguen especulando como antes. En este campo es necesario hacer reformas urgentes, como la separación de la banca de inversiones y la banca comercial, por ejemplo. Hay que desmontar empresas financieras como Goldman Sachs o Citigroup. Solo su enorme tamaño ya supone un peligro para todo el sistema.
XL. ¿Pero todo se reduce a regulación? ¿No se trata también de juego limpio, de la responsabilidad social de los banqueros? ¿El libre mercado no depende de la moral humana?
N.R. Preferiría dejar a un lado ideologías y moral. La ambición y el placer del riesgo siempre existirán. Lo que debemos preguntarnos es en qué sistema económico queremos vivir en el futuro. Lo cierto es que el modelo angloamericano del libre equilibrio de las fuerzas ha fracasado. Por su parte, el modelo europeo del estado de bienestar está también en la cuerda floja, tal y como demuestran las crisis de la deuda.
XL. ¿Cree usted que el capitalismo se está destruyendo a sí mismo?
N.R. No, pero en los últimos años ha tenido lugar, sobre todo en EE.UU. y Europa, un enorme desplazamiento de ingresos y prosperidad, un corrimiento desde la clase media hacia los ricos, del trabajo al capital, de los salarios al beneficio empresarial. Por ejemplo, el porcentaje de los ingresos generados por el trabajo ha registrado en EE.UU. un claro retroceso. Está teniendo lugar un enorme proceso de redistribución de la riqueza.
XL. ¿Así que al final Carlos Marx tenía razón?
N.R. Su utopía carecía de sentido, muchos de sus pronósticos estaban equivocados. Pero parece que, en parte, Marx tenía razón. A fin de cuentas, hay firmes bases económicas para preocuparse por esta redistribución de la riqueza. Las personas ricas consumen menos. Ningún multimillonario se gasta todo su dinero. Pero las familias con unos ingresos medios sí que lo hacen.
XL. Su consumo provoca crecimiento. Pero si, tal y como sucede ahora, las familias disponen de menos dinero, la economía se paraliza.
N.R. Las empresas eliminan puestos de trabajo, dado que la demanda de sus productos se reduce. La destrucción de empleo reduce aún más los ingresos del trabajo y aumenta la desigualdad.
XL. Pero las personas con deudas tienen que seguir ahorrando. Y eso se puede aplicar también a los estados. Pero, al mismo tiempo, usted exige la adopción de más programas de estímulos. No parece que ambas cosas sean compatibles.
N.R. No hay que ahorrar hasta matarse de hambre. Alemania debería aplicar otro programa de estímulos. En Europa también se acabará llegando a una nueva recesión. Los pronósticos de crecimiento económico de la eurozona se encuentran en estos momentos en el 0,1 para el año próximo. Pero parece que los alemanes no quieren escuchar… Es un gran error.
XL. Alemania tiene fijado por ley un límite de endeudamiento.
N.R. Ahorro sí, pero a medio plazo, en tres, cinco años. Lo que pasa es que a los alemanes les preocupa la inflación. La inflación ha subido del 2 al 2,5 por ciento, mientras que ahí fuera podría producirse un crash financiero… ¡Vamos, hombre! Con todos mis respetos hacia el miedo histórico de los alemanes, estamos hablando de controlar una crisis que afecta a los estados. Pero de Alemania solo nos llega «nein, nein». Ningún país es una isla. Y tampoco lo es Alemania.
Katia Gloger