Razones
Por Hugh Player
Mañana le voy a España. Pese a que sus reyes y su gobierno suelen provocarme cólicos.
Es difícil para mí tomar partido por los alemanes a quienes reconozco como un pueblo laburante pero poco imaginativo y en quienes normalmente veo soldados pelotudos a los que los americanos les ganan en todas las películas. En las mismas, por culpa de los nazis siempre hay judíos horneados y supongo que ahora sus antiguos jerarcas se estarán revolcando en sus tumbas al ver en su combinado de fútbol algunas colaboraciones turcas y brasileras que le quitan su pureza aria y que significan que la modernidad mató de un solo golpe la ilusión de la supremacía racial.
Reconozco que las teutonas no me entusiasman tanto como las españolas (que son de lo mas guarras en el Chat) y que no se mucho de su música o cultura a la cual asocio con el consumo de la cerveza (el néctar de los ignorantes dice el vendedor de historietas de los Simpson) y salchichas que ningún varón que se respete podría comer en público con mucho entusiasmo. En cambio me gusta el vino español (mejor si viene de la Ribera del Duero) y sus quesos manchegos y su jamón ibérico, sus tapas y sus croquetas.
Manjares que se consumen bien en compañía femenina.
La alemana te mira con ojos medios tontos (cuando no con cierta perversidad) y la española te mira con el cuerpo, con los gestos y hasta con las ganas. Obvio: tienen más personalidad.
Además casi todas suelen cantar y danzar con una sensualidad caliente y vibrante.
España tiene las películas de Almodóvar. A Serrat y a Sabina. La rumba de Retama y la vibra especial de Miguelito Bosé.
Tiene al pueblo vasco.
También hay escritores excepcionales. Actores de peso. Artistas de primer nivel.
Supongo que los germanos también tienen lo suyo, pero sólo recuerdo a aquellos que han calado en mí por la magnitud de su trabajo. Por desgracia no son muchos.
Futbolísticamente las dos son expresiones mediocres. Reconozcamos que el mercado español tiene muchísima más atención por las estrellas extranjeras en su liga.
Pero es claro que ninguno de los dos tiene la contundencia que quisiéramos.
Así, el babosísimo pulpo que funge de agorero (y al que deberían servirlo al olivo en un menú que incluya el cuy que ayer anunció el triunfo charrúa) y que refleja la poca chispa teutona que utiliza un animalito con tan poca gracia para su mundialmente reconocido y tetudo humor (algo así como los chistes de Otto y Fritz) encontrará que en este pelotero deporte no hay favoritos reales cuando esta la FIFA de por medio.
Porque los intereses parecieran (así en condicional) favorecer a una España económicamente colapsada (en una Europa con su propio banco quebrado) y en donde la devolución de los préstamos del rescate financiero se han diluido en las diarias distracciones del mundial del rey de los deportes.
Mañana, de seguro, estará el Príncipe, o la Canciller. Ni pelota a semejantes joyitas.
Nuestro aliento es por el pueblo –fatalmente nuestra madre/madrastra patria- a quienes no culpamos por los excesos de sus conquistas (la del imperio de los incas y la del reino de las privatizaciones) y con quienes nos une el colectivo de una lengua común y la expectativa de un mundo mejor ( o al menos mas jugador y divertido)
Los goles, en castellano, por favor.
Por Hugh Player
Mañana le voy a España. Pese a que sus reyes y su gobierno suelen provocarme cólicos.
Es difícil para mí tomar partido por los alemanes a quienes reconozco como un pueblo laburante pero poco imaginativo y en quienes normalmente veo soldados pelotudos a los que los americanos les ganan en todas las películas. En las mismas, por culpa de los nazis siempre hay judíos horneados y supongo que ahora sus antiguos jerarcas se estarán revolcando en sus tumbas al ver en su combinado de fútbol algunas colaboraciones turcas y brasileras que le quitan su pureza aria y que significan que la modernidad mató de un solo golpe la ilusión de la supremacía racial.
Reconozco que las teutonas no me entusiasman tanto como las españolas (que son de lo mas guarras en el Chat) y que no se mucho de su música o cultura a la cual asocio con el consumo de la cerveza (el néctar de los ignorantes dice el vendedor de historietas de los Simpson) y salchichas que ningún varón que se respete podría comer en público con mucho entusiasmo. En cambio me gusta el vino español (mejor si viene de la Ribera del Duero) y sus quesos manchegos y su jamón ibérico, sus tapas y sus croquetas.
Manjares que se consumen bien en compañía femenina.
La alemana te mira con ojos medios tontos (cuando no con cierta perversidad) y la española te mira con el cuerpo, con los gestos y hasta con las ganas. Obvio: tienen más personalidad.
Además casi todas suelen cantar y danzar con una sensualidad caliente y vibrante.
España tiene las películas de Almodóvar. A Serrat y a Sabina. La rumba de Retama y la vibra especial de Miguelito Bosé.
Tiene al pueblo vasco.
También hay escritores excepcionales. Actores de peso. Artistas de primer nivel.
Supongo que los germanos también tienen lo suyo, pero sólo recuerdo a aquellos que han calado en mí por la magnitud de su trabajo. Por desgracia no son muchos.
Futbolísticamente las dos son expresiones mediocres. Reconozcamos que el mercado español tiene muchísima más atención por las estrellas extranjeras en su liga.
Pero es claro que ninguno de los dos tiene la contundencia que quisiéramos.
Así, el babosísimo pulpo que funge de agorero (y al que deberían servirlo al olivo en un menú que incluya el cuy que ayer anunció el triunfo charrúa) y que refleja la poca chispa teutona que utiliza un animalito con tan poca gracia para su mundialmente reconocido y tetudo humor (algo así como los chistes de Otto y Fritz) encontrará que en este pelotero deporte no hay favoritos reales cuando esta la FIFA de por medio.
Porque los intereses parecieran (así en condicional) favorecer a una España económicamente colapsada (en una Europa con su propio banco quebrado) y en donde la devolución de los préstamos del rescate financiero se han diluido en las diarias distracciones del mundial del rey de los deportes.
Mañana, de seguro, estará el Príncipe, o la Canciller. Ni pelota a semejantes joyitas.
Nuestro aliento es por el pueblo –fatalmente nuestra madre/madrastra patria- a quienes no culpamos por los excesos de sus conquistas (la del imperio de los incas y la del reino de las privatizaciones) y con quienes nos une el colectivo de una lengua común y la expectativa de un mundo mejor ( o al menos mas jugador y divertido)
Los goles, en castellano, por favor.
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