LA MADRE DE TODAS LAS CRISIS
Por Hugh Player (*)
Aunque todavía no sentimos los verdaderos efectos de la crisis financiera mundial, es mas que obvio que tarde o temprano nos alcanzará y que como ya lo han vaticinado los mas sesudos ( y también los mas pelotudos, por cierto) analistas de la economía (especie de certeros masoquistas de una malvada numerología aplicada) vamos a quedar con el orto mirando hacia la luna y preguntándonos que si nos hubieran dado a escoger entre un examen mensual de próstata y esta descabellada jugada de los tongueros de Wall Street, habríamos optado por visitar el consultorio del doctor como un definitivo y contundente mal menor.
Y no es que yo pretenda exonerar a los políticos y banqueros de sus evidentes responsabilidades, si alguien me pide mi opinión, y yo la cruzará con mis mas sinceros deseos, faltarían paredones para empedrar en heces de elefante a estas joyas, a quien el mundo les va a deber que lo hayan puesto al borde del K.O.
Pero si vamos a tratar de ser totalmente honestos con nosotros mismos hay que reconocer que parte de la culpa (una parte bastante sustanciosa) es nuestra ya que vivimos en la geomembrana de la ambición, anclados inconscientemente a un materialismo pobre y vulgar del cual no nos desprendemos porque pareciera que lo necesitamos para vivir en este mundo de fantasía y virtualidad total.
Conozco gente que en el año 2007 (el momento de la burbuja de la bolsa de valores) invertían como loquitos posesos alucinándose la versión chicha y peruana de Bob Fose (1*) y que ganaron sus buenos mangos en el juego de la especulación.
Típica ilusión del baratísimo sueño nacional de hacerse de una buena cantidad de dólares para terminar viviendo en los yunaites como cualquier clase mediero de Miami y mientras tanto sobrevivir permanentemente usando pañales para la incontinencia por el temor a perder el vil metal en el miedo natural que embarga a quienes se han creído el cuento de que el billete lo es todo en la vida.
Sino lo sabían vayan enterándose que este papel con la cara de algunos muertos celebres ahora no vale ni un joraca y que mañana podría valer aún menos y que aferrarse a su significado (o las cuatro cosas innecesarias que puede comprar) es un acto por demás suicida, y de una exquisitez inútil, vana, e intonsa.
Miren el mundo como anda por el compromiso que hizo con el circulante de marras. Vean nuestro país sumido en la desesperanza, sumergido en la inmoralidad, hundido en la corrupción y en las pugnas mas callejoneras que haya visto este barrio terrenal y que tiene ocupados a los unos grabándose (se dice chuponéandose) con los otros para demostrarnos que cada peruano tiene bien escondido en su corazón una legión de aviesos lobistas (2*) que hacen una rica galería de truhanes.
Cuando logren descifrar este hediondo entuerto les recomiendo a todos que hagan lo que hace este servidor: rebusquen en sus mentes y recuerden al abuelo generoso y caballero que era más bueno que el pan, a la madre o al padre que sacrificaban su bienestar por el nuestro, a la pareja y a los hijos que nos acompañan en la lucha cotidiana, al amigo que supo estar ahí cuando todo estaba difícil y la situación nos ahorcaba o cuando hubo que pasar las aleccionadoras pruebas de la escasez y uno se comió un decente plato de arroz con huevo, como si fuera lomo fino, sin perder la dignidad, porque esto es lo que real y únicamente tenemos en verdad: entereza, generosidad, amor, fe, humildad, fuerza, paz interior y libertad y para todas estas maravillas no se han creado las quincenas ni los negocios que nos puedan cambiar, porque bien decía San Francisco de Asís: "deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco" y sólo uno mismo se hace esclavo de sus pequeñas pretensiones.
Por eso si la cosa se comienza a poner peluda, tranquilos, relax, serenity now, que nada, ni nadie les puede quitar el verdadero tesoro que guardan en el corazón.
La caricatura de Martirena en Rebelión merece estas líneas porque en un breve instante me ha hecho recordar -desde lo mas profundo de mi genética- quien soy y tan solo quería compartirlo con ustedes porque el equilibrio -felizmente- no está en manos de los hombres sino de las leyes universales y al final esto también pasará (3*)
(1*) Bob Fose es el personaje de Charlie Sheen en Wall Street, película que recomiendo ver por su contenido actual y sus duras enseñanzas.
(2*) La difusión de algunos audios recientes nos reveló a personas de nuestra mayor simpatía como Alfredo Barnechea en muy tristes y procaces conversaciones con Rómulo León. (...ya me cagaste huevón, le dice en uno de estos diálogos)
(3*) Frase con la que el Dr Peter Garca suele espantar los malos espíritus del bajón existencial.
-----------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario